Ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama.

domingo, 30 de septiembre de 2012

I won't go until you're resting here with me


Me consuela pensar que se puede amar incondicionalmente, que se puede dar todo por amor. Es lo único que hace el mundo menos insulso. Es mi pequeña esperanza; al fin y al cabo el amor es una religión más. Quiero conservar la fe


sábado, 22 de septiembre de 2012

That's the way it is


Lo que yo quiero no es un día más contigo, ni quiero un beso, ni una mirada. Mucho menos deseo una caricia y ni siquiera un abrazo. A pesar de que todo lo que no quiero, lo necesito, sigo sin quererlo. He estado pensando y quizás, tengas razón. De nada me sirve tener algo tuyo, si dentro de un tiempo vas a venir y me lo vas a quitar. No, no es eso lo que quiero. Quiero algo diferente.
Quiero alguien que me pueda dar infinitos días, infinitos besos, miradas, caricias e incontables abrazos. Y quiero que sean tus días, tus besos, tus miradas, tus caricias y tus abrazos. Y quiero que seas tú el que me los pueda entregar. A pesar de las dudas, de las lagrimas, de todo lo que esto me provoca. De todo lo que duele, a pesar de absolutamente todo sé que merece la pena. Luchar por ti siempre me merecerá la pena. 
Nadie dijo que las cosas fuera a ser fáciles, quizás tampoco dijo que fueran así de difíciles, pero tampoco me importa, ¿sabes? Sé que todo esto será mucho más que recompensado. Sé que existirá un mañana, y lo único que deseo es que llegue ya. 
El amor solo llega a aquellos que creen en él, y jamás ha creído nadie como creo yo ahora. Te necesito, y no quiero alejarte de mi, no quiero mirarte de manera diferente, no quiero dejar de morirme de ganas de besarte, no quiero dejar de sentir todo lo que siento al estar contigo y no poder estar. Los únicos minutos que merecen la pena son los que vivo a tu lado. Y esos minutos son lo que más necesito ahora mismo. 
Lucharé, y estaré aqui para ti. Igual que tu estuviste para mi durante dos años, estaré yo ahora. Y no me importa lo que hay alrededor nuestro, ahora más que nunca solo me importas tú. 
Y por ti, te ofrezco esto. Mi amor, mi vida, mis esperanzas, mi lucha y por encima de todo mi confianza. 
Siempre seré tuya.



sábado, 15 de septiembre de 2012

Por mucho que pasen los años.


Aquella mañana fue el sol el que me hizo despertar. Las persianas no habían sido bajadas la noche anterior, no hubo tiempo para pensar en aquello. Amanecí tapada con una manta, de esas ligeras pero suaves, que se utilizan en otoño y primavera. Respiré profundamente, revolviéndome entre aquella manta, que tanto me olía a ti.
Recuerdo que me giré y que no estabas. Tu lado de la cama estaba vacio. El corazón me dio tal vuelco que aun no he conseguido comprender el porque no salio de mi pecho. Me levanté despacio, como si de pronto un peso se hubiese colgado de mi pecho. Te llamé, entré en cada una de las habitaciones diciendo tu nombre en alto, aunque muy en el fondo sabía que no contestarías. ¿Cómo podía ser tan idiota? Volví a la habitación, quite aquella manta, y te juro que estaba dispuesta a tirarla, que quería romperla en mil pedazos y que todo lo que había visto anoche nunca hubiera pasado. Pero no pude. No pude porque tenía tu olor. Ese olor que me hacía perder la cabeza desde hacia ya tantos años.
Recogí la ropa que habías colocada en mi lado de la cama, y me sorprendió el hecho de que te hubieses esmerado en eso, para luego irte, y dejarme allí. En un arrebato, no me digas si de dolor, impotencia o desesperación, aquella ropa voló por la habitación, cayendo donde encontraba sitio para caer. Una lagrima se escapó de mis ojos. Por un momento pensé que me faltaba el aire pero yo ya había sobrevivido a aquello otra vez.
En la cocina no había restos de la comida italiana que habíamos cenado, tan solo quedaba un vaso de agua, apoyado en el mismo lugar en el que atropelladamente le dejaste antes de besarme. Sentí las lagrimas agolparse, casi pelearse entre ellas por salir de mis ojos. Tuve que apoyarme en una silla, para no caer. Hubiese preferido no hacerlo, pero el recuerdo de aquel beso, lo hizo inevitable. Y lloré. Lloré como hacia años que no lloraba, desde que tú me habías hecho lo mismo. Desde que después de una noche de amor, desaparecías. Me habías jurado, que aquello había pasado, que me querías, que esta vez seria completamente diferente. Si, ya veo lo que para ti las cosas habían cambiado.
Me vestí sin a penas mirar lo que me ponía y me dispuse a ir a trabajar. Había avisado de que hoy no iría, pero lo que menos necesitaba era quedarme atrapada en las cuatro paredes de una habitación. Evite la música, las calles transitadas y por supuesto, di media vuelta a la ciudad tan sólo por no pasar por la misma calle en que la que la noche anterior nos reencontramos tras tantos años.
Llegue al trabajo evitando hablar, ocultando la mirada tras la pantalla de ordenador, queriendo desaparecer. Fue una mañana extremadamente larga, pero puedo asegurar que fue menos larga de lo que hubiese sido pasarla en casa. Cuando salí del trabajo me sorprendió ver que había comenzado a llover, de forme intermitente, pero llovía. Yo no llevaba paraguas pero tampoco me importó demasiado. En cierta forma me reconfortó la idea de que el tiempo se pusiera de mi parte.
Llegue al portal empapada, y con la comida que había cogido en el chino, chorreando agua. No es que tenga yo nada en contra de los chinos, pero por una parte me alegre. Tan solo había cogido comida china, porque la italiana me iba a recordar a ti.
No me sorprendió demasiado el hecho de que el ascensor estuviera roto aquella mañana. Tome con filosofía el hecho de subir seis plantas, aunque fuera por no tener que comer en el portal. Fugazmente se me pasó la idea por la cabeza, pero no por el ascensor, si no por la cocina, aún no había recogido el vaso de anoche. Suspiré. El hecho de comer  con las manos no me parecía extremadamente apetecible y me dirigí a subir las escaleras. No puedo decir exactamente como me sentía en el momento en el que llegue a rellano número 6, no puedo. Prometo que no puedo. Pero si puedo decir que fue lo que sentí cuando te vi con esa sonrisa que tenías. Estabas apoyado en la puerta, con el pelo ligeramente mojado y con una pequeña roja rosa entre las manos. Lo primero que se me pasó por la mente fue intentar preguntarte que estabas haciendo ahí, pero dejo de importarme cuando me pregunté que era lo que querías exactamente de mí.
-          Quiero estar siempre contigo. Me lo dijiste ya hace mucho, pequeña. Siempre sí, pero contigo.
Y lentamente te acercaste. Deje de escuchar el ruido de tus botas sobre la distancia que nos recorría, y tan solo sentí tu olor envolviéndome, haciendo flotar en aquella maravillosa atmósfera que tan solo tu creabas a mi alrededor. En un instante fugaz me di cuenta de la manera en la que tus manos temblaban. Temblaban igual que la primera vez que nos besamos, que la primera vez que hicimos el amor, que siempre que algo para ti, era especial. Siempre me decías que yo era, entre todas, la más especial.
Aunque ahora quisiera, no puedo imaginar mejor final que ese para nuestra historia de amor. ¿Existe algo mejor que aquello que empieza mal, pero acaba bien? No quiero con esto decir, que las historias que tienen un perfecto comienzo, no sean igual de bonitas, que no haya el mismo amor, pero no son equiparables. No hay nada más bonito que lo que yo sentí aquel día cuando te vi en la puerta de mi casa, y comprendí, que habías vuelto para quedarte. Que no habías estado a mi lado en la cama, porque te habías recorrido media ciudad para encontrar una floristería abierta, porque todos aquellos miedos que tenia, debían desaparecer.
De todo aquello hace ya tres años, pero mantengo vivo su recuerdo todos los días. Sabes cariño, que vamos a estar juntos para siempre. Que me dijiste que te parecía bonita la idea de hacer un discurso el día de nuestra boda, pero también creo que es algo tan íntimo que no debería salir de nuestros corazones. Así que aquí tienes mi amor, mañana nos casamos, y que sepas que encontrarme contigo aquella noche, en nuestra calle, fue lo mejor que me pasó desde hacia muchos años y que pasar contigo una vida entera, lo mejor que me pasará jamás,

Te amo.